Poco recuerdo de mi primera infancia y nada de mi
circuncisión, importante momento en la vida de un árabe, comparable al bautismo
cristiano. Lo que sí afirmo es que fue un carnicero quien me cortó el prepucio.
En mi larga actividad quirúrgica, va para cincuenta años, jamás vi chapuza
semejante. En lugar de hacerme un corte regular y parejo, simétrico, aquel
facineroso se ensañó conmigo dejándome una cicatriz oblicua, festoneada y
deslucida, que ni siquiera mostraba la majestad bermeja del glande cuando la hubo.
Como compensación me quedó un verdugón en cada punto de sutura, una especie de
nudo basto y grueso que debía gustar a mis amantes —por lo del roce— y siempre
motivó sensación en mis ya fenecidos días de gloria (página 50).
La circuncisión consiste en cortar una porción del prepucio
del pene que cubre el glande dejándolo al descubierto. Puede hacerse por dos
razones:
-MÉDICAS: tratamiento de la fimosis, aunque a veces no
precisa de operación y se soluciona.
-RELIGIOSAS O CULTURALES: la circuncisión se practica en
todo el mundo islámico (casi un 70% de los hombres circuncidados son árabes).
Según Hernández 2004, la circuncisión se practicaba en el mundo islámico y se
practica debido a que es un precepto en dicha religión; también se practica por
higiene y belleza.
Hoy en día sería una
operación de fimosis.
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