Sus afecciones fueron simples: estreñimiento crónico,
influenza ocasional, prurito anal que ocasionaban sus lombrices, pie de atleta
y, en el aspecto quirúrgico, golondrinos y abscesos yuxtaanales que lo
afectaban intercurrentemente. Su constipa-ción intestinal mejoraba con aceite
de oliva, medio cuenco en ayunas; los vermes que motivaban su prurito
desaparecían —junto con el picor— tras la ingestión de tisanas de eléboro y
hierba lombriguera, muy eficaz como vermífuga; el pie de atleta, dolorosas
rágades en la planta de los pies y comisuras de los dedos, tendría algo que ver
con el baño que gustaba tomar en compañía de diez o doce esclavas y concubinas
tan desnudas como salieron del vientre de sus madres. Y ello es de fácil
deducción, pues desaparecieron en cuanto se introdujo solo en las piscinas de
agua limpia, recién renovada, siguiendo mis consejos. A pesar del alivio en sus
molestias, me miró cierto tiempo con prevención, pues seguro que añoraba la
delicia de aquellos baños excitantes rodeado de bellezas in puribus. Ignoro la
causa del pie de atleta, pero tiene que estar relacionada con algo, polvo
invisible, quizá escamas de otra piel, que produce las incómodas grietas al
infectar la nuestra. En medicina ignoramos muchas más cosas que las que
sabemos. (…)
—La piel desprende cutículas y escamas de forma natural. El
pie de atleta se contrae siempre en medio húmedo —aseguré—. Tal vez alguna de
tus hembras lo padezca sin saberlo, señor. Tendría que reconocerlas.
Lo permitió a regañadientes. En medio de mi asombro, no
hallé rastros de excoriaciones ni de rágades en los pies de aquella deliciosa
colección de ninfas, por más que rebusqué entre sus dedos adorables y sus
cuidadas uñas. Ni que decir tiene que la inspección de las desnudas
extremidades se hizo en presencia de una dueña y con la propietaria cubierta
con caftán hasta las cejas. Hube de concluir, gacha la testa, que no hallaba la
causa del problema.
—Te lo dije —abundó Al-Hakán.
—Te lo dije —abundó Al-Hakán.
—Aun así no puedo descartar, mi señor, que existan pieles
aparentemente normales que transmitan el mal. La prueba que te propongo es
sencilla: toma el baño en soledad y retoza luego con tus hembras. Como es la
humedad lo que favorece la enfermedad no hay problema con el contacto en seco.
Me obedeció por una vez y me lo agradeció. A las tres
semanas desapareció su pie de atleta. Otra cosa fueron sus pequeñas afecciones
cutáneas, panadizos, abscesos axilares —«golondrinos» del vulgo— y fístulas
anales. Combatí le abscesos dilatándolos y poniendo a plano las fístulas con
escalpelo, ayudado por mi esponja somnífera. Bendito sea el momento en que la
descubrí. Distinto fue el caso de una fístula anal que cada dos por tres se le
alteraba, entrando en erupción como un volcán, causándole dolores y alterándole
el sueño. Hasta en seis ocasiones la traté con resultados dispares. Allí
empleaba el cauterio. Por fin, la sexta vez, aletargado el paciente por el
anestésico, logré pasar una sonda de cobre por el trayecto fistuloso. Dejé un
grueso len de seda retorcida y lo anudé sin cortar los cabos, que fijé a la
piel del periné con un apósito. Era una técnica que había copiado de Lucio
Nero, un colega italiano del que me hablara en Nápoles Realdo Conti. A cambio de
una semana incómoda para el califa, que soportó con entereza estoica sin dejar
de atender cuestiones de gobierno, logré la curación sin recidivas limitándome,
a los siete días, a seccionar con el cauterio la mortecina carne comprendida
dentro de la ligadura (Página 104).
Habla de diferentes cosas:
- La constipación intestinal es el estreñimiento.
- La influenza son resfriados.
- Los golondrinos: La forunculosis es una infección de la glándula productora del sudor, ésta desemboca en la salida de los vellos de la axila o de las ingles. Cuando se infecta de obstruye su salida, el sudor queda retenido y se crea un tejido muy adecuado para el crecimiento de las bacteria , se abulta y duele.
- Los abscesos perianales, alrededor del ano.
- El pie de atleta: Es una infección en los pies provocada por hongos .Es muy importante evitar la humedad, conservar los pies perfectamente secos, sobre todo entre los dedos.
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