Llegó el día de la intervención de estruma. La paciente era
una mujer delgada que había sido obesa. Su bocio era muy grande. La tuve nueve
días con mi tratamiento, que logró disminuir algo el tumor. Tras dormir a la
paciente con la esponja soporífera y con la técnica descrita en otra parte, logré
una tumorectomía subtotal, dejando en los cuatro polos de la víscera un muñón
de tejido. La enferma apenas se quejó y ello hizo enmudecer de asombro a los
presentes en el quirófano: un grupo de médicos encabezados por Avicena y doce
escogidos estudiantes, pues no cabían más. Me ayudó Carmen, pues me negué a
efectuar la intervención si no era con mi equipo (Página 183).
Se trata de otra intervención de bocio, es decir, tiroidectomía (extirpación de la glándula tiroides).
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